sábado, 25 de julio de 2020

Halawet Roh: Fantasía y Realidad


Halawet Roh (2014)
Director: Sameh Abdelaziz
Advertencia: spoilers.

Halawet Roh es protagonizada por Haifa Wehbe, pop-star libanesa de renombrada belleza. Y esto último es enfatizado desde el principio por el largometraje, empezando por su título —"Roh's Beauty" en la traducción usada por Netflix—. Comenzamos siguiendo a Sayed, un preadolescente que fisgonea a través de ventanas entreabiertas a mujeres de su vecindario, pero principalmente al personaje titular Roh, a quien vemos en una secuencia de fantasía desde el punto de vista de morbo pueril de Sayed. A la espera del retorno de su marido ausente y sometida por su suegra, Roh atrae miradas —entre los hombres— y envidia —entre las mujeres— cuando camina por la calle, a pesar del recato impuesto por su suegra. Lotfy, un comerciante del barrio, emplea numerosas artimañas para hacerse con Roh por cualquier medio. Sayed sueña con rescatar a Roh de los hombres depredadores en su vida, y estar él a su lado.

Esta es mi primera incursión en el cine árabe, pero dicho framing no es extraño en latinoamérica, especialmente en novelas televisivas: la mujer de inigualable belleza, que los hombres degradan con sus intentos por conseguirla, a la espera de un hombre de honra que le permita escapar del infierno en el que está. Por supuesto, el comerciante agresivo (y no muy atractivo) sería el villano, pero en algún momento un Caballero Blanco vendría a su rescate, vengaría su deshonra, y la rescataría. Cansados estamos de ver historias que explotan el sufrimiento de las mujeres mientras reafirman las estructuras sociales que albergan esos mismos males. Y así, somos sometidos a otra escena onírica donde Roh fantasea con revelarse ante su suegra, arrancándose su bata para ir a bailar sensualmente en su ropa reveladora en la tarima de la fiesta del barrio. Esa escena y muchas otras permeadas por un tinte voyeurista. En el mundo real, sin embargo, sigue acumulando ofensas al ser acusada de adulterio en un montaje organizado por Lotfy para forzarla a sus brazos.

Las tensiones escalan hasta el punto en que Lotfy y su pandilla, habiendo fallado la persuasión, la manipulación y el chantaje, se preparan para usar la violencia. Sayed reune a sus amigos para enfrentar a los adultos usando evocativamente rebeldes bombas molotov. La confrontación final que anticipamos se avecina. Y sin embargo, la burbuja no explota. O no como uno esperaría. Las molotov resultan ineficientes, y los niños son rápidamente superados. Los hombres de la película cumplen con lo que habían venido diciendo durante toda la película: usar la fuerza, violentar, violar. Mientras el sufrimiento se apodera de la pantalla seguimos esperando una resolución que nunca llega. Hasta en sus instancias más desesperadas, Roh solo consigue miradas lujuriosas y declaraciones de amor de hombres que nunca han mostrado verdadero interés en conocerla, incluyendo a nuestros "héroes".

¿Estaba el film intentando atrapar a su audiencia con su ojo lascivo, con su apego a una fórmula conocida, para agarrarnos desprevenidos al momento de mostrarnos las consecuencias últimas de esos caminos? No estoy seguro de qué tan consciente haya sido el esfuerzo, pero el efecto es innegable.

La fantasía vuelve por última vez, al Roh ser iluminada por una luz de origen e intensidad inexplicable, cuasi-celestial, mientras vislumbra y finalmente se dirige a su destierro.

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